De clichés y lugares comunes está lleno el cine

Por Enrique Pardo


“Cuando disfrutas algo, no debes permitir que la lógica  se entrometa. Como los villanos en todas las películas de James Bond. Cuando Bond irrumpe en un complejo: ‘Ah, Sr. Bond, bienvenido, pase. Déjeme enseñarle todo mi malvado plan para luego colocarlo en una máquina mortal que no funciona’.”   Jerry Seinfeld, comediante norteamericano
El cine es un poderoso medio de comunicación que le permite al espectador adentrarse por medio de historias y personajes, en vivencias ajenas, partiendo de una realidad identificable. 

Aunque se trate de relatos fantásticos o de ciencia ficción, una película puede ser creíble a pesar de que desafíe las leyes de la lógica, siempre y cuando sea coherente con el universo de situaciones que presenta. Un ejemplo de esta idea es la cinta del director chino Zhang Yimou Héroe (2002), donde las confrontaciones de artes marciales se desarollan de una manera estilizada y poética, como una coreografía dancística elaborada, volando por los aires entre cámaras lentas, pausas en el tiempo y acciones que sobrepasan la naturaleza humana. Sin embargo, es creíble si se entiende en el contexto adecuado: la narración de una leyenda antigua popular sobre las hazañas de ciertos personajes superdotados, ocurrida hace cientos de años.
 Siendo que el cine cumplió su primer centenar de existencia y miles de películas han abordado innumerables temas e historias, sería sensato pensar que es difícil hacer algo totalmente nuevo. De ahí que algunos cineastas hayan sobresalido de la multitud cuando presentaron trabajos con un grado de originalidad que destacaron por sí mismos e influyeron directamente a sus demás colegas. Orson Welles es un ejemplo recurrente con su Ciudadano Kane (1941) y más reciente Quentin Tarantino y su multicopiada Tiempos Violentos (1994). Lamentablemente vemos como una gran parte del cine actual (sobre todo el más comercial) se basa en contar las mismas historias (a través de remakes o nuevas versiones de clásicos o no tan clásicos, series de tv, etc), seguir fórmulas argumentales consabidas y emplear toda clases de clichés para desarrollar una historia que en ocasiones sale de toda lógica, y que al ser repetitiva, la audiencia  percibe como normal.
De acuerdo al diccionario de la lengua española, un cliché se define como “un lugar común, idea o expresión demasiado repetida o formularia”. Resulta entonces evidente como en el cine contemporáneo prolifera la utilización de clichés, reflejando una falta de ideas, orginalidad y recursos para contar de manera diferente en ocasiones las mismas historias de fondo. Se ha llegado al punto que hacer un recuento de estos clichés es una tarea basta y divertida.
En todos los géneros cinematográficos recae la ola de clichés, pero algunos son más significativos que otros: Por ejemplo, el cine policiaco y de corte detectivesco. Es común toparnos que para realizar una investigación: a) el agente defensor de la ley debe necesariamente visitar un club de stripers para proceder con las pistas; b) sólo resolverá el caso siempre y cuando sea suspendido de sus labores al haberse convertido en el sospechoso principal y al final del film siempre limpiará su nombre; d) cuando le es asignado un compañero, siempre será de carácter totalmente opuesto; e) y ojalá que no esté a días de retirarse por que de seguro será acribillado y su partner jurará vengarlo.
Y que decir del cine de acción: el héroe, ese estoíco y torturado personaje, emocionalmente inestable pero de una gran fuerza y capacidad instintiva podrá: a) recibir una exagerada cantidad de golpes sin mostrar dolor en medio de una cruenta batalla, pero al final, entrará en llanto cunado la heroína trate de limpiar sus heridas; b) pelear contra un grupo cuantioso de individuos, en el que cada uno de sus adversarios tomará su turno pacientemente y en orden para atacarlo, bailando a su alrededor, esperando a que descuente a su predecesor; c) tener más oportunidar de atinarle con su arma de fuego a veinte enemigos, que estos mismos 20 tratando de atinarle a él. (eso sin mencionar que las balas nunca se acaban). d) desconectar una bomba, luego de soltar cantidades industriales de sudor y atinarle a cortar el cable correcto; e) y al final de tanta carnicería, destrucción que dejó su paso, y luego de vivir una infernal persecución por parte de los malosos y la policía,  nuestro héroe nunca enfrentará cargos por daños y automaticamente vivirá feliz luego de matar al villano del film.
Trasladar estos ejemplos a otros géneros daría mucho más material (basta sólo pensar en una película de guerra: Aquél que en medio de la batalla vea con nostalgia una foto de su amada, o hijos, por regla seguramente no regresa.), y también se aplica a situaciones generales. ¿O alguien podría explicar cómo es que nunca a las mujeres una vez aplicado el lápiz labial nunca se les caerá por el resto del film, o por que no es necesario decir hola o adiós al inicio y término de una conversación telefónica, o por qué un personaje que se sube a un taxi al pagar siempre saca un billete con la cantidad exacta, o por qué es posible estacionarse directamente afuera del edificio que se visita (aunque haya  tráfico)?
La respuesta es simple: un cliché es la forma más fácil de resolver una escena. La próxima que vea un película seguramente un cliché saldrá la vista y será fácil reconocerlo: siempre viene acompañado de una expresión de incredulidad y alguna frase de insatisfacción por parte de la audiencia.       


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