Bertolucci en esta película hace un profundo homenaje a la cinematografía mundial. Tiene sus grandes faros: Godard, Pasolini, Kurosawa. Empero, reconoce a otros tantos por medio de una serie de referencias que va dejando durante el transcurso de este drama. Es una especie de concurso cinéfilo, en donde el director se regodea más en sus identificaciones y erudición sobre el cine que en la propia técnica. Quiero decir, aunque la película esté bien construida, lo que desea mostrar el director es simplemente la grandeza del cine como arte. Desde las protestas de aquellos años convulsos hasta la defensa del gran arte como tal, todo está envuelto en los signos del cinematógrafo.
Para respaldar lo dicho, basta “pasearse” por esta obra para comprobar referencias a Banda aparte, Shock Corridor Del gran Samuel Fuller, Luces de la ciudad, Paisá, Johny Guitar, Jules et Jim, Rebelde sin causa, toque de maldad, los 400 golpes, persona, Monstruos, Scarface, Blonde Venus, à bout de soufflé, la chinoise y otras.
Y en el fondo de todo el entramado, el cine como protagonista principal. Mathew, encarnando al cine americano, los siameses al europeo y un darse la mano entre las influencias mutuas. Una obra obligada para todo cinéfilo que se precie de serlo.
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