'Fresas Salvajes' de Ingmar Bergman

Por Frater Ignatius

Dedicado a mi querido amigo Leonel Romero. In memoriam

Cuando miro el título en sueco me quedo impresionado por la cantidad de imágenes que evoca esta palabra maravillosa. Significa “lugar de fresas” y dentro del imaginario colectivo de esta lengua vikinga, es un vocablo que se ubica en un lugar único y plácido: el paraíso. Todos en esta vida anhelamos ese lugar de eterna felicidad y ensueños que lamentablemente hemos perdido a causa de la crueldad de la conciencia y el tiempo. El periplo del insigne profesor que recibirá un título Honoris Causa, es un pretexto magnífico para construir una senda llena de recuerdos, de sueños, de evocaciones, de imaginería e incluso de alucinaciones y temores que nacen de lo más recóndito del alma humana.
El director de cine sueco Víctor Sjöstrom es homenajeado por Bergman de una forma sutil y encantadora. Además, su interpretación es absolutamente grandiosa y de gran peso actoral. Mirar a este gigante del cine dirigido por otro enorme artista hace que el corazón casi se nos salga del pecho. Cada que tengo oportunidad de ver esta Obra Maestra, abro bien los ojos porque también asistimos a una verdadera cátedra de lenguaje cinematográfico.

Influido por otro maestro del séptimo arte –Alf Sjöberg-, Bergman vuelve a reconstruir esa manera de filmar única, tal como lo hizo su maestro en LA SRITA JULIA (Fröken Julia). Hace uso de una especie de viñetas, fotografiadas magistralmente por Gunnar Fisher, en la que prácticamente viajamos junto al añoso profesor Isak Borg, en un viaje que se va configurando tanto internamente (tiempo subjetivo) como externamente (tiempo real o compartido). Es como si nos internásemos en un bosque simbólico y comenzáramos a jugar con ideas y conceptos tales como: la vejez, la muerte, la soledad, el egoísmo. Empero también la ternura, la solidaridad, la redención, el recuerdo, la reconciliación y la felicidad, aunque ésta sea fugaz. El artista penetra en las entrañas del protagonista a base de tramos cuasi surrelistas con flashbacks perfectamente incrustados en el presente pero con retorno al pasado, silencios totalmente evocadores que expresan más que el ruido o el sonido. Planos cortos, movimientos de cámara exquisitos, de una fineza que solo Bergman es capaz de realizar, Y todo esto envuelto en una atmósfera de música celestial, con Bach en primer término. Como el tiempo perdido de Proust, este filme indaga en los mecanismos del subconsciente, de la memoria como eje y sostén del sello humano. Itinerario espiritual de la vejez y de la nostalgia. Me hace recordar un verso del maestro Octavio Paz: “Todo es presencia, todos los siglos son este presente”. Y otro más que va con la cinematografía: “La realidad es más real en blanco y negro”.
Ingmar Bergman

1957
Suecia
91 min.
Drama
Víctor Sjöstrom, Gunnar Björnstrand, Ingrid Thulin, Bibi Anderson.

P.D.
Leonel era un gran conocedor de la obra de Bergman. Esta película en especial le gustaba mucho.

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