Fotograma de Berlín, sinfonía de una gran ciudad de Walter Ruttman
Un apunte sobre cine mudo
Por Frater Ignatius
Uno piensa a menudo que el cine sonoro es en general superior al mudo. No lo creo así. En ocasiones, a partir de las limitaciones se pueden crear obras superiores en todos los sentidos. El cine mudo en realidad no es mudo. Valga la paradoja. Debido a limitaciones técnicas no se podía reproducir el sonido pero se aspiraba a él. Los esfuerzos en las actuaciones, el carácter de mimo, la exageración en el maquillaje, las actuaciones excesivas, se debían a un intento de poder equiparar esa falta de sonido con un arte que se esforzaba por hablar. Por ello la música cobra un papel fundamental en el cine silente. Esa compaginación entre el arte de Euterpe y las imágenes es lo que atrapa y fascina en esta forma de representación. También los intertítulos cumplen la función de la palabra hablada. Varios de los realizadores aspiraban a reducir los diálogos para que primara la imagen. Es el caso de varios experimentalistas como Clair, Dulac, Feyder, Ruttman, L’Herbier y muchos otros. Empero, Murnau también pretendía crear una especie de minimalismo en el cine. Su película EL ÚLTIMO es emblemática y una de las cumbres del cine mutis.
Lo anterior nos lleva a una especulación interesante. Debemos pensar como la gente lo hacía en aquellos años. Cansados, al terminar el trabajo, lo que deseaban era divertirse viendo una buena película. Era un placer asistir a algún Nickelodeon a que les contasen una historia llena de vida y de situaciones imaginarias. Su campo de percepción era restringido porque no tenían todo el caudal de estímulos a los que tenemos acceso los posmodernos.
Puedo lanzar la siguiente aseveración:
Sólo seremos capaces de captar el cine en toda su exacta dimensión, cuando hayamos construido un bagaje dentro del cine anterior al año 1928. Debemos educar la mirada, sensibilizarla al hechizo que proporciona el encuadre. Abrir el oído a las extraordinarias interpretaciones musicales. Es decir, imaginar esos salones atestados de gente con piano u orquesta incluidos y el movimiento de la manivela a placer.
Lo anterior es posible gracias a las tecnologías actuales. En lo personal, colecciono películas mudas desde hace años con la intención de refinar la mirada, de concentrarme en el encuadre y en el dinamismo de la imagen interna. A diferencia del cine posterior, el cine silente no tenía ese despliegue de movimientos y de técnicas cinematográficas. Pero no debemos caer en el error: eso no significa que no fueran grandes maestros del séptimo arte. Existía una cierta timidez porque la técnica era restrictiva. No obstante, existen obras de este periodo que superan con mucho a las hechas posteriormente.
Hace una semana vi un filme que me cautivó: Crainquebille de Feyder. Me invadió de repente la tristeza. Me explico. Uno de mis anhelos es que la gente vea cine mudo y no olvide a aquellos gigantes de la imagen. Ojalá se cumpla.
Fotograma de Berlín, sinfonía de una gran ciudad de Walter Ruttman
Recomiendo ver este interesante documental sobre cine silente
A mi también me agrada ver películas mudas en especial de Greta Garbo, Louise Brooks, Clara bow.
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