Por Frater Ignatius
Por la noche visité la cueva aterciopelada, según expresión de Roman Gubern. Fue grata la sorpresa al ver un cortometraje de excelente factura. El nombre deriva de un personaje de la vida real, quien es manipulado, como casi todos, en esa acción execrable llamada guerra. Con claras influencias del fotógrafo Gabriel Figueroa y de Juan Rulfo, nuestro director Felipe Gómez, entreteje una pequeña historia sobre la manipulación y el inexorable destino. El paisaje es rulfiano y la fotografía en blanco y negro acentúan el ambiente surrealista y cuasi fársico. La música cardenche agrega un toque dramático a la obra. Me gustaron varias escenas pero una de las mejores es el momento en que platican un revolucionario y un sacerdote. Francamente hilarante y cargada de ironía. Un buen manejo de cámara que demuestra que el director conoce muy bien la estética de la época de oro. El sonido es de una calidad superior dentro de este tipo de filmes. Las actuaciones son francamente soberbias y entroncan tanto con el cine de aquella época áurea, como con los enormes muralistas mexicanos. Una toma contra cenital al final del corto es simplemente impresionante. Estamos ante una "perla" redonda y sólida.
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